Fuimos la primera generación que cursó la EGB. Todo era nuevo, el estilo de los libros, que rompía con el antiguo bachiller, aquello de las “fichas”, pequeños tests de medida de la asimilación de contenidos que nosotros mismos teníamos que archivar… Hasta teníamos una asignatura llamada de forma algo rimbombante “Matemática moderna”.

Todo eran novedades entonces, pasábamos de ser los pequeñajos del cole a ser los héroes que habríamos de abrir brecha en el sistema educativo y traer la tan deseada modernidad al país.

Me viene estos días a la cabeza los conceptos de aquella Matemática de conjuntos, sus elementos (el elemento a pertenece al conjunto Tal: a está incluido en Tal), el conjunto C está incluido en el conjunto X, por tanto C es un subconjunto del conjunto X, las implicaciones, las intersecciones,…

Había un concepto que me resultaba no sé si difícil o absurdo. Era el “conjunto vacío”. En mi mente infantil se producía lo que luego supe que se llama paradoja, había una especie de colisión: si el conjunto está vacío… ¿no será que no existe? Me preguntaba a mí mismo. Finalmente acabé por hacer un acto de fe, me lo “creí” y listo, así pude pasar aquel trago.

De adulto he podido dar sentido a aquella Matemática que fue moderna y que luego se abandonó (por anticuada, supongo). ¡Hasta aquí llega la fatalidad de la obsolescencia!

De adulto, digo, he podido entender aquel para mí resbaladizo concepto de “conjunto vacío” en la propia vida. La soledad, que ahora ya puedo ver que sí que existe y que era impensable en aquella época, es la carencia de relaciones que nos define como personas (amistades, familiares, ...). Puede darse el caso de que esos “elementos” (aquí me refiero a personas o, incluso, a una gata o un perro) existan, pero que lo que falte sea la relación en sí. Ese sería un buen ejemplo de conjunto vacío.

Hay quienes optan por la soledad y no entrarían en estas consideraciones. Es porque esas personas, privilegiadas diría yo, llenan sus vidas con una poderosa relación consigo mismas y su entorno.

Me estoy refiriendo a quienes viven en soledad no deseada, un mal de estos tiempos, y a que esto antes no pasaba. Bien mirado va a resultar que los que abrimos el país a la modernidad matemática y educativa también abrimos brecha en la demostración de los conjuntos vacíos.

Me pregunto, y mucho me temo que la respuesta sea afirmativa, si esas vidas en soledad no deseada no serán vidas tan vacías como el conjunto de sus relaciones, y, por tanto, si esas vidas “conjunto vacío” realmente existen. Seguramente es lo mismo que estas personas se preguntan también.

Creo que ya ha llegado el momento de desarrollar otra  Matemática, no sé cómo debería llamarse, quizá Ultramoderna, capaz de llenar estas "vidas en conjunto vacío". Aunque, pensándolo bien, ésta debería ser una ciencia muy humana y una asignatura que todas y todos deberíamos estudiar aunque ya no estemos yendo al cole.

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