QUERIDOS REYES MAGOS…
Tres palabras seguidas y en este orden, es interminable la lista de ilusiones que se acogen a esta fórmula. Tan sencillas como una pelota o tan enormes como la PAZ. Con mayúsculas, la PAZ, imposible, inalcanzable.
Los más pequeños se sentirán satisfechos con un juguete y conforme nos hacemos mayores, progresivamente, vamos complicando nuestras aspiraciones y nuestros deseos.
Le pedimos cosas, que no sólo objetos, a los magos, a santa “nosécuántas”, al genio de la botella, a la lotería, … Pedimos y pedimos, pero qué pocas veces se cumplen nuestras peticiones. No encontramos la dichosa lámpara mágica.
Es enternecedora la ilusión con que los niños esperan que al despertar mañana, seis de enero, encuentren en el salón aquello que pedían con tanta ilusión.
Ya hace treinta y cinco años que dejé de fumar. Algo dificilísimo, lo sé muy bien, pero lo hice. Es algo, a la vez, bien sencillo: basta con no fumar más aguantándose el “mono” durante tiempo.
Con esta carta, casi telegrama, quiero destapar toda mi candidez yo también: queridos reyes magos, por favor, traed la paz.
No es tan difícil, basta con dejar de atacar, después de todo.
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